Orbis Tertius, vol. XXIII, nº 27, e070, junio 2018. ISSN 1851-7811
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Artículos

Algo más sobre lectores y lecturas de El juguete rabioso, de Roberto Arlt

Martín Servelli
(Universidad de Buenos Aires)
Cita recomendada: Servelli, M. (2018). Algo más sobre lectores y lecturas de El juguete rabioso, de Roberto Arlt. Orbis Tertius, 23 (27), e070. https://doi.org/10.24215/18517811e070

Resumen: Las lecturas de Silvio Astier, protagonista de El juguete rabioso, han propiciado numerosos abordajes críticos en los que prevalece el carácter bovarista del personaje y la falta de capital cultural de su autor. Pero un inventario de citas y referencias literarias y culturales que incluya a todos los personajes revela una biblioteca heterogénea y ecléctica, una mezcla desprejuiciada que encarna la experiencia de lectura del nuevo público en la urbe moderna. A contramano de ciertas lecturas críticas que resaltan las carencias simbólicas de Arlt a través de sus personajes, el análisis da cuenta de una auténtica democratización del acceso a la lectura, donde la cultura popular impone sus propias tácticas y desvíos respecto del sistema literario nacional.

Palabras clave: Roberto Arlt- El juguete rabioso- lectores- cultura popular .

Abstract: The literary references made by Silvio Astier, the main character of El juguete rabioso, have been the object of innumerous critical approaches in which predominate the bovarism of the character and Roberto Arlt’s lack of cultural capital. Nevertheless, if we make a literary and cultural references list of all the novel’s characters, we discover an eclectic and diverse selection, a literary mixture that embodies popular reading practices in the modern city. Despite certain critical approaches have highlighted Arlt’s symbolic shortcomings through their characters, this paper argues that the novel presents a truly democratizing access to reading, in a period in which popular culture imposed its own tactics and drifts on Argentine literary system.

Keywords: Roberto Arlt- El juguete rabioso- readers- popular culture.

Las lecturas de Silvio Astier: Hipótesis críticas

Hay una escena privilegiada por la crítica literaria a la hora de abordar un texto de ficción. Se trata de la escena de lectura. Sencillamente, el momento en que los personajes leen. Son pasajes que condensan un universo de sentidos dispersos que recorren el texto, para reunirlos súbitamente en un haz que torna visible una figura. Borges extremó este procedimiento para construir personajes que no eran más que la suma de sus lecturas llevadas al paroxismo, como Pierre Menard. Mary Shelley lo puso en práctica para darle a su criatura la posibilidad de comprender al género humano, mediante la módica inversión de tiempo que demanda la lectura de tres libros, encontrados mágicamente dentro de una valija en un bosque: Las penas del joven Werther, de Goethe, las Vidas paralelas, de Plutarco y El paraíso perdido, de John Milton. Una educación sentimental, una política y otra religiosa, en las que el monstruo se reconoce como el ángel caído y encarna el espíritu de rebeldía frente al poder absoluto. También Roberto Arlt concibió a sus personajes como monstruos que devoran lo que leen y leen como si se tratase de historias verdaderas.

Las lecturas de Silvio Astier en El juguete rabioso constituyen uno de los temas más transitados por la crítica arltiana. De ahí el interés por revisitarlo, porque muchos de los análisis dedicados a este tópico han cristalizado en un discurso crítico anquilosado en un conjunto de hipótesis que, en algunos casos, hasta pueden resultar contraproducentes, ya que obturan nuevas líneas de investigación.

Por otro lado, un relevamiento detenido de la novela permite corroborar que el volumen de citas, menciones y referencias a textos literarios, periodísticos, escolares, de divulgación etc., excede largamente la serie de textos y autores privilegiados por estos análisis críticos. Podría resultar útil para su valoración conjunta confeccionar un mapa de lecturas explícitas e implícitas en El juguete rabioso como el que aquí se presenta, casi como una necesidad de visualizar y ordenar esa biblioteca figurada que constituye la primera novela de Roberto Arlt.

Muchas lecturas críticas se han detenido en la figura de Rocambole, el protagonista de los folletines de Ponson du Terrail que Astier lee, fantasea e imita, para ejemplificar el modo de lectura bovarista que propone la novela: “Frente a cada movimiento del relato, otro relato leído, sirve de apoyo” (2004: 60), resume Ricardo Piglia. Asimismo, la lectura de folletines es para Sylvia Saítta una fuga a un espacio imaginario que ofrece un mundo compensatorio frente a las realidades de la sociedad en que vive Silvio Astier (1999: 68). Lo que también Beatriz Sarlo denominó “la fantasía reparadora del folletín decimonónico (riqueza, gloria, amor)” (1988: 59).

Otra escena de lectura transitada por la crítica ocurre durante el robo a la biblioteca que realiza el joven protagonista junto a sus compinches del Club de ladrones. Entre los libros que sopesan para estimar su valor de reventa aparece el poemario de Leopoldo Lugones, Las montañas del oro, al que Enrique califica de “libro agotado”, por el cual podrían obtener hasta diez pesos. Susana Zanetti analiza esta escena como síntoma de un agotamiento de los valores literarios encarnados por el “poeta nacional”, en una novela que contrapone la mezcla, el entrevero, la disgregación producida por los inmigrantes a la pureza de la lengua nacional (2010: 298-299).

Por último, los manuales de electrotécnica que alimentan las fantasías de ascenso social de Astier son los que le proporcionan a Arlt, según la lectura de Beatriz Sarlo, un vocabulario y un repertorio de imágenes para percibir y representar el escenario de la ciudad moderna (1988: 58).

Estas son algunas de las hipótesis, ampliamente difundidas y comentadas en los ámbitos académicos, acerca de las prácticas de lectura en la novela de Arlt. A continuación se propone un listado de referencias a lecturas más completo y minucioso, que sin duda complejiza el análisis de El juguete rabioso, por la heterogeneidad y eclecticismo de los textos y autores citados.

Referencias a lecturas en El juguete rabioso, “Recuerdos del adolescente” (RA) y “El poeta parroquial” (PP) 1

Silvio Astier:

  1. Héroes de aventuras

    1. Montbars el pirata

      Wenongo el Mohicano

      Rocambole

      Diego Corrientes

      José María, el rayo de Andalucía

      Don Jaime, el barbudo


  2. Folletines

    1. Luis de Val, Virgen y Madre

      Carolina Invernizio


  3. Poesía

    1. Baudelaire, Las flores del mal

      Fernán González (cantar de gesta)


  4. Pornografía

    1. Cromos de los libros viciosos


  5. Ciencia / Técnica

    1. Bahía, Electrotécnica

      Cundill, Diccionario de explosivos


  6. Filosofía

    1. Friedrich Nietzsche, Anticristo

      Pierre-Joseph Proudhon (RA)

      Mijaíl Bakunin (RA)


  7. Novela

    1. Fedor Dostoievski

      Pio Baroja

      Gabriele D’ Annunzio, Cittá Morta (PP)

      Giosuè Carducci (PP)


  8. Tragedia

    1. Sófocles, Electra (PP)


Enrique Irzubeta y familia:

  1. Historia

    1. Historia de Francia, Françoise Guizot.


  2. Semanarios ilustrados

    1. Alrededor del mundo


  3. Folletines

    1. Alejandro Dumas


  4. Autores románticos

    1. François-René de Chateaubriand

      Alphonse de Lamartine

      Victor Cherbuliez

      Víctor Hugo, Los Miserables (Montparnasse y Thénardier)


  5. Periodismo

    1. Juan José de Soiza Reilly


  6. Ciencia

    1. Charles Darwin

      Félix Le Dantec

      Gustave Le Bon, Evolución de la materia


  7. Varios

    1. Diccionario Enciclopédico


Narrador:


  1. Mitología griega

    1. Orestes y Pílades

      Hesíodo, Los trabajos y los días

      Trofonio


  2. Religión

    1. Judas Iscariote


Sin atribución específica:


  1. Poesía

    1. Leopoldo Lugones, Las montañas del oro


  2. Ciencia

    1. Augusto Rouquette, Química orgánica e inorgánica

      Cálculo infinitesimal


  3. Varios

    1. Genoveva de Brabante

      Las aventuras de Musolino


Lucio


  1. Ciencia

    1. Charles Darwin


  2. Periodismo

    1. Crónica policial


Ingeniero Vitri


  1. Derecho

    1. Legislación de agua


Rengo


  1. Periodismo

    1. Crónica policial


Alejandro Villiac (PP):


  1. Semanarios Ilustrados

    1. Caras y Caretas

      El Hogar


  2. Escritores regionalistas

    1. Julio Díaz Usandivaras

      José M. Braña


  3. Poetas

    1. Evaristo Carriego

      Carlos Guido y Spano

      Ricardo Gutiérrez


  4. Novelistas

    1. Alessandro Manzoni

El listado está modestamente inspirado en el reconocido trabajo de Robert Darnton “Los lectores le responden a Rousseau: La creación de la sensibilidad romántica” (2002), porque algunas de las preguntas allí planteadas pueden utilizarse a modo de consignas, para repensar las hipótesis construidas a partir de las lecturas representadas en la novela de Arlt. Recordemos que Darnton trabaja con el listado de pedidos de libros que un lector francés de fines del siglo XVIII, fascinado con Jean Jacques Rousseau, le encarga a su antiguo maestro devenido editor, y también con la correspondencia que mantuvo con este último.

¿Cuáles son las preguntas que se formula el historiador ante ese archivo de lecturas? Fundamentalmente cómo se leía en otras épocas y lugares; como recapturar la experiencia de lectura del pasado, bajo la premisa de que los modos de leer varían a lo largo del tiempo. No se trata aquí de reconstruir la biblioteca de Arlt y su experiencia personal como lector (un desplazamiento común de la crítica que debería ser problematizado), sino de analizar los modos en que se representa la lectura y el lugar que ocupa la literatura (en un sentido amplio) en la construcción de los primeros personajes arltianos, para proyectar este análisis en el contexto histórico social de la época.

Carolina Invernizio y Nietzsche

El listado pretende estimular nuevas lecturas a partir de señalamientos poco abordados. Por ejemplo el de Carolina Invernizio, un folletinista italiana de gran popularidad en América durante el período de entre-siglos. La cita de El juguete rabioso es mínima: “Entré al mercado de Caballito, ese mercado que siempre me recordaba los mercados de las novelas de Carolina Invernizio” (1997: 125). El escritor y periodista Juan José de Soiza Reilly entrevistó a Invernizio para Caras y Caretas en diciembre de 1908 y dejó un testimonio muy valioso sobre su propia experiencia de lectura y la del público en general:

Sus novelas, embalsamadas de amores, de besos y de crímenes, llenan con sangre el escaparate de nuestras librerías. Son novelas que atraen, sugestionan, dominan […] Muchas veces […] me he parado frente a las librerías con la boca abierta para verlas mejor. Y os juro –aunque padezca mi devoción al arte –que mirando sus tapas rojas, sus tapas negras, sus tapas amarillas, he sentido en la epidermis un casto placer de pálido barbero y una suave tristeza de modista sin novio. […] Todas ellas, con títulos crueles, presentan a los ojos escenas de pasión. […] Son escenas macabras en donde los agonizantes se retuercen en espasmos de horror. Escenas policiales en donde nunca falta un puñal homicida, dos cadáveres rígidos, una mujer que se desmaya sobre una silla puesta allí a propósito […] (1908: 80).

Soiza Reilly experimenta la misma atracción que Silvio Astier frente a los escaparates de la tienda del zapatero, donde se exponen los folletos de literatura bandoleresca que este le alquila por unos centavos. En la cita, el periodista de Caras y Caretas adscribe este tipo de lectura a las clases bajas de escasa instrucción: barberos y modistas. Más adelante dice que son estos libros los que "llenan de admiración a los corazones más ingenuos de la gente pobre” que ignora los caprichos del arte y de las “multitudes inocentes” que “no pueden leer a Nietzsche. Creen que es un imbécil ¿Deben vivir por eso en un austero ayuno literario?” (1908: 81).

Contradiciendo este comentario, Silvio Astier se deleita con Invernizio pero también lee a Nietzsche, bajo esta perspectiva ocupa un espacio de lectura novedoso que integra esas lecturas populares con autores que exigen nuevas competencias y que como contrapartida poseen un mayor prestigio y otorgan un capital simbólico distintivo.

Astier representa a ese nuevo lector producto de exitosos emprendimientos editoriales como la “Biblioteca de La Nación” (aparecida en 1901) que pretenden democratizar la oferta de libros ofreciéndolos a precios reducidos y contribuir al enriquecimiento intelectual del público menos letrado. Dice Jorge Rivera que “si el lector más cultivado consumía en su versión original francesa (o eventualmente inglesa) la última novedad europea, la ‘Biblioteca de la Nación’ ponía esa misma novedad al alcance de los nuevos lectores de la clase media” (1998: 35).

Pequeños lectores voraces

Lo que surge del análisis del listado en su conjunto es una variedad de lecturas llamativa. Folletines, novelas, poesía, ciencia, tecnología, filosofía, prensa periódica, crónica policial, historia. No se trata de atribuir este universo de lecturas al joven Roberto Arlt, ya que algunas de estas referencias son utilizadas para definir la idiosincrasia de determinados personajes (por ejemplo, las referencias regionalistas utilizadas para desvalorizar la obra del poeta Alejandro Villiac; o las lecturas presuntuosas de las hermanas de Irzubeta). Pero el conjunto informa de una pasión voraz por la lectura. Pasión que encarna fundamentalmente en los personajes de Silvio Astier y de Enrique Irzubeta y su familia.

La heterogeneidad del listado podría remitirse también a la mezcla miscelánea característica de la prensa periódica moderna, que sirvió de práctica inicial a los nuevos contingentes de lectores surgidos de las capas medias en el período de entre-siglos. Prácticas que analiza Adolfo Prieto (1988) en su estudio dedicado a la configuración de los campos de lectura entre 1880 y 1910. Vale recordar que los episodios iniciales de la novela están fechados a comienzos de la década de 1910, “Esto sucedió en la época en que el esforzado Bonnot y el valerosísimo Valet aterrorizaban París” (Arlt 1997: 38), es decir, cuando la banda anarquista de Bonnot produjo una seguidilla de atracos y asesinatos que conmocionaron a la ciudad de París (1911-1912).

Estas lecturas fragmentarias y extensivas reproducen esa mezcla desprejuiciada que era parte de la experiencia de lectura del nuevo público en la urbe moderna. Geraldine Rogers, en su estudio del semanario Caras y Caretas, ejemplifica esta idea con la descripción que dejó un dibujante de la revista, Arturo Eusevi, de la librería porteña de Natalio Tommasi, hacia 1900:

En el local alternaban, en brillantes cromolitografías, la guerra de los bóers, Trípoli, la Cirenaica, Sicilia, Calabria, todo el repertorio, en fin, en cuanto a guerras y bandidajes, ediciones populares de Ponson du Terrail, Las mil y una noches, Carlota Braemé, folletines gauchescos, junto a las más variadas manifestaciones de cultura oral y gráfica (2008: 38).

La cita trae de nuevo a la imaginación la librería de Don Gaetano, que podría compartir esta misma descripción. Pero la novela de Arlt invita a considerar también otros modos de circulación de los textos, por fuera del mercado de las librerías del centro y en el ámbito privado de las sociabilidades barriales: un zapatero andaluz le alquila a Silvio literatura bandoleresca; una vecina planchadora le presta los cuatro volúmenes de Virgen y madre; Enrique, le ofrece en préstamo la colección de revistas Alrededor del mundo para buscar datos científicos. Y si sumamos a esta serie “El poeta parroquial” encontramos que su amigo Juan, secretario de la biblioteca del centro Florencio Sánchez, le facilita una tragedia de Sófocles y una novela de D’Annunzio. Incluso el robo cometido en la biblioteca les brinda a los personajes la posibilidad de conservar para sí algunos libros de su interés personal.

El acceso a la cultura de Ricardo Piglia

Contra todas estas evidencias que informan de un circuito de lectura alternativo al de la cultura letrada tradicional y de una verdadera democratización del acceso a la literatura, Ricardo Piglia propone en su lectura crítica de El juguete rabioso que “en Arlt el acceso a la cultura está definido por los obstáculos, las desigualdades y la exclusión”. Piglia lee en la novela el reverso del modelo sarmientino del libre acceso a la cultura (el mito liberal de la biblioteca pública): “alquilar, robar, vender, nunca llegar a ser propietario legítimo. Los libros están en sus manos pero no le pertenecen” (2004: 64). Se trata, para Piglia, de resaltar “las determinaciones económicas que rigen toda lectura, los códigos de clase que deciden la circulación y apropiación literarias” (2004: 57). De la lectura del personaje Piglia hace derivar el estilo del autor: “lectura desacreditada”, “literatura barata, folletín, delito”, “estilo sobreactuado, de traductor” (2004: 68-69), sentencia.

Estas consideraciones pueden vincularse con otra lectura que realiza Piglia (1980) de las citas erróneas y apócrifas del Facundo, de Sarmiento, resaltando la distancia entre su autor y la biblioteca europea en términos estrictamente negativos: los de un uso bárbaro de los modelos cuya autoridad permanecería incuestionable. Tal análisis presupone cierta noción de la diferencia como carencia o deformación de la plenitud del modelo extranjero. También Arlt cita mal a Baudelaire, a partir de una mala traducción española de Las flores del mal de casa Maucci de 1905:

Yo te adoro al igual de la bóveda nocturna

¡oh! vaso de tristezas, ¡oh! blanca taciturna

Eleonora –pensé– Eleonora.

y vamos a los asaltos, vamos

como frente a un cadáver, un coro de gitanos (1997: 59).

Arlt cita de memoria y mal, reproduce los deslices de la traducción española (blanca taciturna por gran taciturna), y realiza tergiversaciones de cuño propio (gitanos por gusanos). Trabaja con una versión degradada de la literatura europea para producir una innovación radical en la literatura argentina.

Podemos, entonces, transformar estas carencias de las que habla Piglia y considerarlas como parte de esas tácticas utilitarias de los consumidores, que Michel De Certau ejemplifica a partir del uso que hacen los medios populares de los productos culturales difundidos por las élites productoras de lenguaje: “Eso que se llama ‘vulgarización’ o ‘degradación’ de una cultura sería entonces un aspecto, caricaturizado y parcial, del desquite que las tácticas utilitarias cobran sobre el poder dominante de producción” (2007: 38-39).

De este modo, si nos corremos de las hipótesis de Piglia para enfocarnos en las representaciones del acto de leer que ofrece la novela, la transitada escena del robo a la biblioteca nos informa también de la pasión por la lectura que trasunta toda la novela. Tan significativo o más que la valuación económica de los libros es el hecho de que, en medio del robo, Silvio y Enrique se ponen a conversar sobre el contenido de los libros, miran las fotografías, hojean las páginas, se leen poesías en voz alta, se fascinan con la hermosura de los versos y eligen dos libros para quedárselos. Después del diálogo sobre el valor de los libros Enrique le indica a Silvio: “Bueno, mirá, en tanto que yo empaqueto libros, vos arreglate las bombas”, y ambos se ponen a trabajar silenciosos. Pero en el párrafo siguiente leemos que Enrique no está solamente empaquetando los libros “Enrique en el escritorio acomodaba los volúmenes y echaba un vistazo a sus páginas” (Arlt, 1997: 59). Ni siquiera en medio del peligro y la tensión del acto delictivo lo personajes logran sustraerse al influjo fascinante de la literatura. Influjo resumido en esta frase del narrador al evocar sus caminatas como vendedor de papel: “Amor, piedad, gratitud a la vida, a los libros y al mundo me galvanizaba el nervio azul del alma” (131).

Una práctica del desvío

Lo que está en discusión, en última instancia, es la incorporación que produce la novela de Arlt de un nuevo y profuso capital simbólico generado por la industria cultural popular a un sistema literario nacional que le era impropio (Rosa: 408). Esta impropiedad ha sido señalada asiduamente en términos de carencias: detrás de la figura de Arlt no hay tradición, no hay linaje, no hay antepasados. Roberto Arlt trabajó una nueva manera de insertarse en la tradición a partir de ese “vacío cultural” propio de su clase: origen inmigratorio, falta de tradiciones de lecturas familiares, el castellano vulgar como única lengua, “los saberes del pobre”, según la problemática expresión de Beatriz Sarlo. Debido a esa formación precaria, planteada con insistencia en sus relatos autobiográficos, es que Arlt se empeña en exhibir sus lecturas de “intelectual pobre” (Sarlo, 2003: 51).

Adolfo Prieto (1986) se pregunta por la ausencia de los folletines criollistas en este sistema de referencias y se extraña de que los íconos de la cultura popular (Juan Moreira, Juan Cuello u Hormiga Negra) no formen parte del horizonte de lectura invocado en la novela, pero sus hipótesis explicativas resultan poco convincentes: no hay omisiones ni silenciamientos porque no hay un corpus prestablecido. Arlt se sirve de todo, lo mezcla todo, lo usa a capricho, subvierte los valores de origen. La ausencia de un lugar propio es a su vez la condición de su autonomía respecto de los modelos establecidos. La cultura popular sería eso y no un corpus prefijado: “una práctica del desvío”, en palabras de De Certau (2007: 33).

BIBLIOGRAFIA

Arlt, Roberto (1997). Obras, T.1, Buenos Aires, Editorial Losada.

Darnton, Robert (2002). La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, México, Fondo de Cultura Económica.

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Piglia, Ricardo (1980). “Notas sobre Facundo”, en Punto de vista, año 3, n° 8, pp. 15-18.

Piglia, Ricardo (2004). “Roberto Arlt, una crítica de la economía literaria”, en Mancini, Adriana y otros (comps.), Ficciones argentinas, pp. 55-71, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma.

Prieto, Adolfo (1987), “Silvio Astier, lector de folletines”, en Revista Río de la Plata, n° 4-5-6,pp. 329-336.

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Rosa, Claudia (2000). “La literatura argentina durante los gobiernos radicales”, en Ricardo Falcón (dir), Nueva historia argentina. Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930), pp. 390-433, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.

Sarlo, Beatriz (1988). Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión.

Saítta, Sylvia (1999). “Traiciones desviadas, ensoñaciones imposibles: los usos del folletín en Roberto Arlt”, Iberoamericana vol. 23, n° 74, pp. 63-82.

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Zanetti, Susana (2010). La dorada garra de la lectura. Lectoras y lectores de novela en América Latina, Rosario, Beatriz Viterbo.

Notas

1 Se trata de adelantos de la novela publicados en revistas que no llegaron a integrar la versión final: “Recuerdos del adolescente”, Babel. Revista de Arte y Crítica, 11, 1922. “El poeta parroquial”, Proa II, 10, 1925.
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