Libros
María del Carmen González de León, El palimpsesto intencionado. El proyecto literario de Felisberto Hernández. Montevideo, +Quiroga Ediciones, 2022, 452 páginas
El palimpsesto intencionado tiene su origen en la tesis doctoral de la profesora María del Carmen González de León y es el resultado de casi una década de investigación. La autora explica, en la introducción, que su trabajo está motivado por “el encuentro, en 2012, con un conjunto de materiales sin clasificar y desconocidos hasta el momento, de Felisberto Hernández” (p. 19). A partir de allí, comienza el largo proceso de organización de una “miscelánea” que incluye originales mecanografiados, materiales inéditos y escritos embrionarios que arrojan nueva luz sobre la génesis de la obra felisbertiana. El análisis profundo de estos textos conduce a la conclusión que anticipa el título: hay una reutilización consciente e intencionada por parte del narrador uruguayo de sus propios materiales, una reescritura de fragmentos que hace del bricolage “un procedimiento medular” en su obra. Cabe señalar que la autora aclara con precisión el sentido figurado en el que maneja los términos “bricolage” y “palimpsesto”, en relación a los conceptos enunciados por Levi-Strauss y Genette, respectivamente.
El libro se divide en seis capítulos, más las conclusiones y el anexo “Papeles del escritor”, transcripción de textos que custodia la S.A.D.I.L. (Sección Archivo y Documentación del Instituto de Letras. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República. Uruguay). Se parte de un capítulo inicial que contiene un repaso minucioso de la evolución en la recepción de la obra de Hernández, desde una etapa inicial marginal hasta su proyección fuera de fronteras, así como del interés suscitado —o no— en la crítica, los comentarios elogiosos y los reprobatorios, el lugar asignado al narrador por parte de la investigación literaria y las ediciones de su obra. Se abordan también en este capítulo aspectos que “hacen” al mundo felisbertiano: su relación con la filosofía, su concepción de la escritura, su percepción de la realidad y de sí mismo como sujeto y los conceptos de autobiografía y autoficción vinculados a la narrativa de un “yo” que es en la medida que se escribe.
El segundo capítulo permite al lector dimensionar el arduo trabajo de clasificación sobre el que se sustenta la investigación. En él, se encuentra una descripción detallada de los diferentes materiales que contine el archivo y se señalan todos los aspectos valorados por la investigadora, como el tipo de letra (cursiva o script) y de escritura (a mano, mecanografiada o taquigráfica), la época, el tema de los escritos, su condición de éditos o inéditos y su carácter completo o fragmentario. La elaboración de este extenso catálogo, que sirve como referencia en la lectura de los capítulos posteriores, supuso además la creación de una nomenclatura que permitió organizar los textos inéditos en nueve grupos, cada uno con sus partes.
Ya sentadas las bases de la investigación, las siguientes páginas fluyen según el recorrido del propio proceso creativo de Hernández. El tercer capítulo nos aproxima a la etapa inicial de la creación: Fulano de tal, Libro sin tapas y otros textos afines, como Tal vez un movimiento, de difícil datación, pero probablemente cercano en el tiempo a los anteriores. En ellos se evidencia el deseo —o la necesidad— de escribir, que se representa como “primer movimiento”. La autora rastrea la marcha discontinua y sinuosa de este proceso y se cuestiona sobre la pertinencia de escudriñar los materiales que el escritor eligió no mostrar, en una actitud que define como voyeurista, pero que se hace indispensable para emprender un estudio genético en el que la obra acabada se concibe, justamente, como “palimpsesto intencionado”. La tarea de la investigadora consiste en buscar constantes que permitan demostrar que “estos primeros textos no constituyen unidades de significación en forma aislada, sino prefiguración de un sistema escritural que conlleva un método, una práctica y un resultado: un proceso” (pp. 114-115).
Luego de ese “primer movimiento”, que es a la vez el movimiento físico de la plasmación sobre el papel y el movimiento espiritual de la reflexión —el cuestionamiento y la agitación de las ideas— los capítulos cuatro y cinco abordan cómo el escritor se enfrenta a la tarea de la elaboración. Estos capítulos constituyen una unidad (“Novela de la escritura”) desglosada en dos partes. En la primera se describe el proceso de escritura a partir de las metáforas del embudo y el colador, utilizadas por Felisberto en un conjunto de textos y fragmentos de carácter metaescritural llamado Tratado de embudología. La indagación sobre la difícil relación entre la realidad, el pensamiento y el lenguaje conduce, en la segunda parte, al desarrollo del concepto de palimpsesto. Si bien ya había sido previamente explicado, se puede apreciar en este capítulo mediante la comparación de distintas versiones o borradores: palabras que el autor tachó, frases que suprimió o ideas retomadas y reelaboradas se transforman en pistas que la investigadora sigue en un intento de reconstrucción del proceso creativo. Asistimos así a la búsqueda que el narrador hace de su “yo” y de su escritura y al rastreo de huellas de esa construcción.
La manera en que González de León va recorriendo los materiales originales, señalando las inquietudes recurrentes del escritor y vinculándolos con sus ideas filosóficas da forma —sin que ello implique simplificar— al proceso y permite al lector vislumbrar la relación de continuidad entre las diferentes etapas de una producción que se presenta, a priori, como caótica.
En el último capítulo todos los planteos previos se orientan hacia el análisis de la figura femenina, no como mero ejemplo, sino como plasmación de lo expuesto: “La mujer es el lugar del misterio y de la escritura”. La autora se detiene en este capítulo final en varios personajes: mujeres que se apartan de los cánones de belleza, mujeres atravesadas por la mirada deseante del narrador, mujeres “locas” o creadoras, mujeres como Ana, que “encarna el proyecto literario de Felisberto” (p. 282). Este análisis implica un permanente diálogo con los textos metaescriturales para verlos cuajar en la narrativa, transparentando el pasaje de la reflexión a la anécdota.
El palimpsesto intencionado es una invitación a volver a la obra conocida de Felisberto y a acercarnos a los materiales inéditos. Constituye, además, una base sólida para nuevos estudios genéticos. En un trabajo exhaustivo, la Dra. González de León hilvana textos, fragmentos, borradores, conjuntos “desflecados” y logra —parafraseando el epígrafe de Kafka que encontramos al comienzo del libro— fundir una historia a partir de trozos.