Dosier: La producción literaria y cultural como espacio de convivialidad
La materialidad literaria como espacio desafiante de una «convivialidad» global – Elena Poniatowska y Gabriel García Márquez
Resumen: La ponencia parte de una suposición: las cuestiones relacionadas con una «conviviality» a nivel global se reflejan de manera particularmente elocuente en el actual debate sobre una «literatura mundial», sobre todo en lo que atañe a la influencia de ciertos actores del ámbito literario. Para ello, centraremos nuestra atención no tanto en un nivel programático de «conviviality», sino más bien en un concepto analítico-descriptivo del mismo: en el nivel descriptivo, esta ponencia aboga por una consideración más intensa, en el marco de ese debate, de las realidades materiales. Reunimos en un mismo análisis las reflexiones sociológico-literarias más recientes sobre el concepto de literatura mundial y las prácticas concretas del mundo editorial y literario. Tomando como base dos ejemplos de las literaturas latinoamericanas del siglo XX ––la, en un primer momento, inexistente recepción de la literatura testimonial de Elena Poniatowska (sobre todo en Alemania) y la circulación internacional, en grandes tiradas, de las novelas de Gabriel García Márquez–– intentamos responder a la pregunta sobre el aporte que podría realizar el trabajo con el material en lo relacionado con un concepto de «literatura mundial» que se entienda también como un espacio de convivialidad.
Palabras clave: Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Literatura mundial, Circulación global, Mercado del libro.
Literary Materiality as a challenging space of a global “conviviality”- Elena Poniatowska and Gabriel García Márquez
Abstract: This paper takes the premise that issues of “conviviality” on a global level are very meaningfully reflected in the current debate around world literature, especially in regard to specific actors’ impact on the literary landscape. In this context, “conviviality” should not be interpreted primarily as a political program. Instead, the focus here is on an analytical and descriptive definition of the term. On the descriptive level, the paper calls for according greater consideration within this debate to material realities. As it explores the possibilities for a critical, materially grounded vision of world literature that transcends the market-centric dynamics of globalization, the paper combines recent sociological considerations of the concept of world literature with details of concrete publishing and literary industry practices. Using two examples from twentieth-century Latin American literature – the testimonial literature of Elena Poniatowska, which was largely overlooked at first, especially in Germany, and the international editions of García Márquez’s novels, which circulated widely by contrast – it contemplates how a materials-based approach can contribute to the study of world literature as a convivial space.
Keywords: Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, World literature, Global circulation, Book market.
Introducción
La ponencia parte de una suposición: las cuestiones relacionadas con una «conviviality» a nivel global se reflejan de manera particularmente elocuente en el actual debate sobre una «literatura mundial», sobre todo en lo que atañe a la influencia de ciertos actores del ámbito literario. Para ello centraremos nuestra atención no tanto en un nivel programático de «conviviality», sino más bien en un concepto analítico-descriptivo del mismo: en el nivel descriptivo, esta ponencia aboga por una consideración más intensa, en el marco de ese debate, de las realidades materiales (véase Müller, 2022). A fin de explorar cuál sería el aspecto de un análisis de la literatura mundial dentro de un marco crítico material y más allá de las dinámicas de globalización centradas en el mercado, reunimos en un mismo análisis las reflexiones sociológico-literarias más recientes sobre el concepto de literatura mundial y las prácticas concretas del mundo editorial y literario. Tomando como base dos ejemplos de las literaturas latinoamericanas del siglo XX ––la, en un primer momento, inexistente recepción de la literatura testimonial de Elena Poniatowska (sobre todo en Alemania) y la circulación internacional, en grandes tiradas, de las novelas de Gabriel García Márquez–– intentamos responder a la pregunta sobre el aporte que podría realizar el trabajo con el material en lo relacionado con un concepto de «literatura mundial» que se entienda también como un espacio de convivialidad.
En la actualidad podemos observar una intensa pugna en torno a la creación de una teoría adecuada a esta fase postglobal actual en relación con nuevas formas de cartografiar del espacio de la literatura mundial. Una guía epistemológica para ello es sobre la opinión de que un concepto de literatura mundial basado en un criterio afín a la globalización ya no parece sostenible a la vista del fracaso de esa globalización. Esta crítica no se refiere a un rechazo esencial de los procesos de interconexión, sino más bien constituye una referencia a la idea neoliberal de una circulación sin fricciones que niega las asimetrías existentes. Aún se trata, sin embargo, de la exigencia de eliminar la separación entre centro y periferia en las producciones literarias y de meditar sobre nuevas constelaciones de convivencia global.
En su ensayo The World Republic of Letters, Pascale Casanova entiende el concepto de literatura mundial, partiendo de Bourdieu, como un campo literario global autónomo, dentro del cual el capital literario no se genera mediante determinados métodos estéticos o de los estatutos ideológicos de ciertos textos, sino más bien a través de la interacción en forma de red de factores concretos de índole histórica, material y económica y de prácticas discursivas (2004, p. 17-21). De forma parecida argumentan David Damrosch, que ve la literatura mundial, en primer término, como un “mode of circulation and reading” (2003, p. 5), y Franco Moretti (2000; 2003), que desarrolla un concepto del Distant Reading (2013), que se ocupa de las limitaciones de acceso al material a través del desplazamiento de las perspectivas de investigación al nivel de las historias de la literatura. Un aspecto central en este contexto es, obviamente, la cuestión de los cánones como fenómenos de poder y de exclusión. Si, teniendo en cuenta lo planteado por Casanova, la literaricidad de las obras se define como la suma de prácticas materiales concretas que influyen en ellas dentro de los campos literarios, entonces lo cánones representan sin duda uno de los rasgos más visibles e influyentes de esas prácticas.
Algunos enfoques literario-sociológicos más recientes, como los de Sarah Brouillette, Stefan Helgesson o Ignacio Sánchez Prado, van en este sentido un paso más allá, en la medida en que centran su atención en las asimétricas relaciones de poder del mercado global del libro. Según Brouillette, lo esencial no es el hecho de que la literatura mundial sea un producto consumible, marcado por la demanda del mercado, sino que todo el sistema de la producción literaria se vea determinado de forma fundamental por unas relaciones sociales capitalistas que le posibilitan la participación y la influencia a tan solo unos pocos individuos (Brouillette, 2016, p. 93). La literatura mundial no es, de ningún modo, un momento de circulación global sin fricciones, sino está marcada por un desnivel social internacional que limita el acceso a la literatura y a los mecanismos que la producen, la distribuyen y canonizan.
La significación de las prácticas materiales para la constitución de una literatura mundial es el tema que enfatiza Ignacio Sánchez Prado dentro de la por él diagnosticada tensión entre el ideal (la idealización del cosmopolitismo) y la práctica (los enfoques sociológico-literarios) en el debate actual sobre la literatura mundial (véase 2006,2018a). Su enfoque, centrado especialmente en América Latina, vincula el análisis de la producción concreta de bienes culturales con una mirada crítica a los procesos globales de circulación cultural. Este autor comprueba que la literatura, como objeto estético y epistemológico, sostenido por las desigualdades del trabajo económico y simbólico de la cultura, es una forma cultural que es “claramente menos global que la globalización misma” (Sánchez Prado, 2018b, p. 63 y s.).1 Y al mismo tiempo alerta ante una percepción exageradamente optimista del modo en que la literatura latinoamericana supera la larga práctica de la división internacional del trabajo intelectual, una percepción que demasiado a menudo descuida las fricciones simbólicas, materiales e institucionales de la globalización (Sánchez Prado, 2018b, p. 64).
De modo que, cuando en el contexto del debate en torno a la literatura mundial se trata de cuestionar de forma crítica los conceptos de mundo en esta nueva fase postglobal y de relacionarlos con las dinámicas económicas de un mercado global, resulta del todo decisivo un reacoplamiento a los procesos materiales reales del campo literario. Con ello nos referimos tanto a los criterios de selección implícitos y las políticas editoriales como la creación de un canon institucional a través, por ejemplo, de los premios literarios y de otras prácticas.
Pasaré ahora a abordar mi primer ejemplo literario, el icono latinoamericano Gabriel García Márquez, cuya recepción internacional me sirve de trasfondo para destacar lo que será luego mi segundo ejemplo.
Gabriel García Márquez
Como paradigma de la obra del autor colombiano tenemos su importante novela Cien años de soledad, publicada en 1967 en Buenos Aires por la Editorial Sudamericana, y cuya difusión internacional, como resultó habitual y ha sido estudiado de manera abundante, tuvo lugar principalmente a través de España (Barcelona) y Francia.2 La marcha triunfal de la novela por el mundo angloparlante empezó en 1970 con la traducción de Gregory Rabassa, que fue de inmediato seleccionada por el New York Times como una de las doce mejores novelas del año. Aparte de las lecturas exotizantes que percibían la novela como un microcosmos de todo ese mundo «ajeno» de América Latina, se le dedicó una gran atención a la puesta en escena de universalismos arquetípicos y a constantes antropológicas que facilitaron insertar a la novela en una red de literatura mundial universalista. Con su propia canonización de la obra de Gabriel García Márquez, los Estados Unidos pasaron a ser la guía primaria de la recepción del libro para todo el Global South angloparlante.
Vemos así que Cien años de soledad tuvo su recepción en la India, en un primer momento, a través de la lengua inglesa, siendo traducida a los idiomas regionales de la India a raíz del impulso dado a la obra por el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a su autor en el año 1982 (Maurya, 2015, p. 252). De capital importancia para la recepción en la India fue la consolidación global del llamado Realismo Mágico sobre la base de experiencias comunes; conocemos, por haber sido analizados intensamente en todo el mundo, los vínculos que existen, por ejemplo, entre García Márquez y Salman Rushdie. En China, donde la producción y circulación de bienes culturales sigue estando muy politizada (Sapiro, 2016, p. 84), la figura de un García Máquez recién premiado con el Nobel a principios de la década de 1980, pasó a ser, tras los dolorosos años de la Revolución Cultural, un mascarón de proa literario-cultural de la «Nueva China». Su literatura tuvo una gran influencia en los intelectuales, por ejemplo en Mo Yan (*1955), el Premio Nobel de 2012, cuyo ciclo novelístico 红高粱家族, Hónggāoliang jiāzú (español:Sorgo rojo, 2012) se orienta según el modo de narrar de García Márquez. En una de sus “Confessions”, Mo Yan se expresa de manera explícita: „Among Western works the greatest impact came from García Márquez’s One Hundred Years of Solitude and William Faulkner’s Sound and Fury”(citado en Gálik, 2000, p. 161). Cien años de soledad fue traducida al árabe en 1979 a partir de la edición francesa. Como en India y China, existe una serie de problemas sociales, económicos y políticos comunes tanto a los países latinoamericanos como a los países árabes, lo cual favorece patrones y expectativas de lectura similares. Sobre esa base tiene lugar un enriquecimiento mutuo de tradiciones literarias locales y postcoloniales y se llega a un realismo mágico de difusión global, todo lo cual posibilita la reproducción de fracturas y desajustes políticos y culturales con los recursos de la oralidad y las estrategias de la fábula.
Con Mariano Siskind podemos constatar que la novela Cien años de soledad convence en todo el mundo gracias a su manera única de combinar su capacidad para conectar con ciertas dimensiones universales de la historia moderna y la particularidad de las formas locales de opresión (Siskind 2012, p. 855). Es justamente a partir de la combinación de esos aspectos que se deriva un indicador importante del por qué García Márquez ha estado predestinado, hasta hoy, a aparecer como el único autor o autora del Sur Global en los rankings mundiales de la literatura mundial.3 Es posible leer la recepción de García Márquez, entretanto, como una parte irrenunciable del canon occidental dentro de la literatura mundial, como la póliza de reaseguramiento que ha conseguido abrir un espacio para las ideas y recuerdos de las voces marginalizadas, sin que para ello haya sido necesario abandonar el sistema de coordenadas del pensamiento occidental establecido. En ese sentido ha de entenderse la declaración de Mo Yan antes citada, quien incluye a García Márquez, sin más, entre los autores y autoras occidentales.
Pero si bien Gabriel García Márquez se ha convertido en una componente fijo del canon occidental, siendo, a menudo, el único autor representante del Sur global, no ocurre lo mismo ni en la misma medida con la autora a la que quisiera dedicar la otra parte de mis reflexiones.
Elena Poniatowska
La obra de la autora mexicana Elena Poniatowska (*Paris 1932), que se caracteriza por su particular capacidad para conectar con los discursos políticos de izquierda de las décadas de 1970 y 1980, ha circulado comparativamente poco en el contexto del llamado Boom latinoamericano.4 Sabemos de sobra que los autores con éxito del boom eran varones blancos pertenecientes a las clases media alta de sus sociedades.
La escritura de Poniatowska, de marcadas motivaciones políticas, contribuyó a desarrollar el canon de la novela testimonial. Su obra se mueve entre los polos del periodismo crítico y una escritura literaria muy específica que mezcla entrevistas, datos y reportajes con componentes de la ficción. Muy a menudo se trata de dar una voz a grupos sociales marginados. La divulgación de sus obras se vio decisivamente favorecida en las décadas de 1970 y 1980 por el interés de filólogos y estudiosos de la literatura estadounidenses (sobre todo mujeres) (Schuessler, 2007, p. 243). En particular dos títulos suyos, Hasta no verte, Jesús mío (1969) y La noche de Tlatelolco (1971), experimentaron allí una recepción extremadamente positiva. La noche de Tlatelolco, una crónica de los sangrientos acontecimientos del 2 de octubre de 1968, un texto en forma de collage y basado en entrevistas, apareció por primera vez en traducción al inglés en 1975, publicado por la editorial Viking Press de Nueva York (Massacre in Mexico; traducción de Helen R. Lane), y se considera uno de los clásicos de la literatura testimonial latinoamericana.5 La recepción académica internacional de Poniatowska enfatizó (y enfatiza todavía), sobre todo, la orientación crítico social y de izquierdas de sus escritos y la documentación literaria de realidades vitales marginalizadas:
Las crónicas de Elena Poniatowska son antídotos literarios y efectivos a las acciones del sistema político. Frente al olvido oficial y temporal, la memoria y la huella histórica; frente a la falsedad y tergiversación de los hechos, la autenticidad y la fidelidad; frente a la superficialidad, lo necesario y auténtico; frente al escueto registro de hechos, el tratamiento creativo y poético. (Poot Herrera, 2017, p. 21)
Paralelamente, han surgido, con el curso de los años, numerosos trabajos académicos que analizan la obra de Poniatowska a través del lente del paradigma de la “escritura de mujeres”, a menudo en el contexto de otras autoras mexicanas (o también latinoamericanas) como Elena Garro o Rosario Castellanos. De forma general, puede decirse que la estima de que goza su obra en los ámbitos de la filología y la crítica literaria es bastante acentuada; a Poniatowska se la menciona con frecuencia a la par de otros nombres como Octavio Paz, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. Ha sido profesora invitada en varias universidades estadounidenses y ha recibido una cantidad casi incalculable de títulos de Doctor honoris causa (Schuessler, 2007, 254). La fama literaria de Poniatowska se fue consolidando en lo adelante gracias a una serie de galardones que la pusieron en el centro de la opinión pública,6 culminando en 2013 con el otorgamiento del Premio Cervantes, el premio literario más prestigioso en el ámbito de la lengua española, un honor que sólo otras tres mujeres habían obtenido antes que ella (véase Benmiloud y Lara-Alengrin, 2014 p. 18). Desde el año 2008 existe incluso un Premio Literario, Elena Poniatowska“ para literatura escrita en español, el cual se otorga cada año con motivo de la Feria del Libro de la Ciudad de México.
Que el prestigio de su obra va más allá de las fronteras de México, Estados Unidos y el mundo hispanohablante lo demuestra, por ejemplo, el premio chino a la mejor novela extranjera, obtenido por la autora mexicana en el año 2002 por su novela La piel del cielo.7 Si observamos más detenidamente la circulación internacional de los libros de Elena Poniatowska, podemos comprobar que a lo largo de las décadas sus libros han sido traducidos continuamente a distintos idiomas y que, además del inglés, existen traducciones suyas al polaco, francés, danés, holandés, alemán, ruso, japonés, italiano, portugués brasileño, checo, hebreo, griego, coreano y chino. Lo que, sin embargo, resulta llamativo, es que en cada uno de los países siempre se ha escogido obras distintas para su traducción. La novela El tren pasa primero, por ejemplo, publicada en 2006 por Alfaguara y galardonada en 2007 con el Premio Rómulo Gallegos, fue traducida en 2017 para la editorial ateniense Kastanioti, y ha sido la única obra de la autora traducida al griego, si bien no fue traducida a ningún otro idioma. Por su parte, la primera traducción al chino es una obra que, aparte de ese idioma, solo fue traducida al inglés y al portugués brasileño: La piel del cielo, galardonada con el Premio Alfaguara en el año 2001. Por lo visto, no hubo un patrón editorial de recepción que permitiera desplegar una divulgación mayor para que la obra de Poniatowska se impusiera a nivel internacional y, de cara a las cifras de venta, contribuyera al éxito internacional de la autora.
Abordada en una entrevista sobre los motivos por los cuales su obra Hasta no verte, Jesús mío, que fue publicada solo dos años después de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, no tuvo una resonancia siquiera aproximada en el mercado del libro, Poniatowska expone, como una de las razones, el hecho de que, en su condición de autora mujer, tenía una posición mucho más difícil en el campo literario que sus colegas masculinos,8 mientras que, por otro lado, alude al carácter cercano al periodismo de la literatura testimonial (Pino-Ojeda, 1998, p. 145). No cabe duda de que aquí entran en juego cuestiones relacionadas con el género literario; la mezcla de elementos característicos del reportaje y otros elementos puramente literarios, el estilo de collage de Poniatowska, no encajaban, por lo visto, en las categorías de comercialización de las editoriales internacionales. Una pregunta que sigue sin ser respondida, por ejemplo, es por qué una obra como La noche de Tlatelolco (1971),una crónica basada en entrevistas de las aplastadas protestas estudiantiles del 2 de octubre de 1968 en Ciudad de México, un libro considerado una de las piezas centrales en la obra de la autora y al que este debe buena parte de su prestigio, no se tradujera durante mucho tiempo a ninguna otra lengua salvo el inglés (1975). Sobre todo resulta llamativa esa laguna en el mercado del libro alemán, en el que la editorial Suhrkamp, a lo largo de todos estos años, ha publicado (¡solo!) tres obras de la autora.
Cabe entonces preguntarse porqué una editorial tan prestigiosa como Suhrkamp, la casa matriz de una izquierda no dogmática, con un programa pionero en lo que atañe a la literatura latinoamericana, no publicó antes las obras de esta autora y, sobre todo, porqué no ha publicado más obras suyas ni aquellas que determinan su discurso. A partir de los documentos del Archivo «Siegfried Unseld» que se encuentran en el Archivo de la Literatura Alemana en Marbach, puede determinarse que el agente literatrio Mauricio Schoijet, que trabajaba en México para la editorial de Poniatowska, ERA, le recomendaba a Suhrkamp ya en 1971, en una carta dirigida a Hans Magnus Enzensberger, las obras de varios autores publicados por ERA, entre ellas, de forma muy destacada y relevante, La noche de Tlatelolco, por entonces un joven clásico de la literatura testimonial que al gente calificaba de «gran collage periodístico» (carta de Mauricio Schoijet a Hans Magnus Enzensberger, 30.11.1971, SUA). Schoijet destaca en esa carta el insólito éxito de ventas de esa crónica periodístico-literaria en México, un éxito cifrado por él en 50.000 ejemplares vendidos. Al mismo tiempo, no sólo reflexiona sobre las dificultades que habrán de tenerse en cuenta a la hora de traducir la obra al alemán, las cuales residen en las muchas referencias locales y el español de marcado acento mexicano, sino que también recomienda a una traductora muy cualificada y probada residente en la Ciudad de México que podría traducir la obra en un intercambio con la autora misma. Asimismo, el agente ofrece dotar el texto de una aparato de notas creado especialmente para el lector de habla alemana y hasta llegó a gestionar un autor en condiciones de escribir un posible epílogo sobre la situación política de México (carta de Mauricio Schoijet a Hans Magnus Enzensberger, 30.11.1971, SUA).
En la editorial, en cambio, decidieron no publicar el libro. En aquellos años, el programa de Suhrkamp dedicado a América Latina publicaba casi exclusivamente obras sobre los movimientos de izquierda y los bruscos cambios radicales en América Latina.9 Por su contenido, la obra documental de Poniatowska encaja perfectamente en los criterios de selección de Suhrkamp para las obras de autores y autoras latinoamericanos. Tampoco el carácter de collage de La noche de Tlatelolco puede apenas entenderse como algo problemático o poco interesante, teniendo en cuenta que Suhrkamp se veía a sí misma como una editorial progresista también en los aspectos literarios. Pero entre los autores latinoamericanos de Suhrkamp en aquella época, principios de los años setenta, no había ni una sola mujer. Esto no cambió hasta 1978, con la publicación de la brasileña Rachel de Queiroz, seguida tres años después por Clarice Lispector (1981, 1982 y 1983; véase Meyer-Krentler 2021). La primera autora hispanoamericana acogida por la editorial Suhrkamp en su programa de América Latina fue, en 1984, Isabel Allende.
En lo concerniente a Elena Poniatowska, la editorial empezó a interesarse por su trabajo a principios de la década de 1980. Michi Strausfeld, responsable decisiva del programa América Latina, redactó a finales de 1980 un informe de lectura sobre dos de las obras de Poniatowska: por un lado, sobre la novela testimonial basada en entrevistas sobre la vida insólita de una mexicana humilde, Hasta no verte Jesús mío, del año 1969, y, por el otro lado, sobre un volumen publicado por entonces con cinco reportajes y titulado Fuerte es el silencio. Su resumen de Hasta no verte, Jesús mío es el siguiente:
Una biografía novelada muy bien escrita, con la cual esta autora se ha perfilado como una de las pocas escritoras mujeres latinoamericanas de calidad. […] Dado que estos „informes vitales“ pueden encontrar obviamente un eco positivo en Alemania, recomendaría la publicación del libro –que está entre los mejores de su género. (Informe de lectura de Michi Strausfeld, 18.12.1980, SUA)
Strausfel no deja lugar a dudas sobre la calidad del texto y concluye su informe con un superlativo: “Como periodista, a Poniatowska se la considera la ‘mejor’ de América Latina“ (ibíd.). No obstante, la novela, por lo visto, tampoco encajó lo suficiente en el patrón de recepción de la editorial Suhrkamp. Fue traducida al inglés, al francés, al polaco y al italiano y apareció en alemán en 1982, pero no en Suhrkamp, sino en la pequeña editorial Lamuv Verlag. El libro de reportajes no se publicaría en Alemania hasta 1987, y lo haría la editorial Suhrkamp, con el título de Stark ist das Schweigen. 4 Reportagen aus Mexiko, la traducción de cuatro de los cinco reportajes publicados originalmente en Fuerte es el silencio (Ediciones Era 1980). Michi Strausfeld ya se había mostrado muy entusiasmada a principios de 1981 en su informe y había recomendado expresamente que se acogiera a la autora en el programa editorial:
Cada tema es abordado en un estilo conmovedor; son reportajes literarios que, a partir de muchos detalles cuidadosamente investigados, componen historias y muestran de un modo intensamente expresivo y plástico la realidad mexicana. La autora dota realmente de voz a esas personas que no pueden hablar por ellas mismas: y escribe de tal modo que uno no olvida el tema. […] ¡Recomiendo urgentemente la publicación de estos reportajes! (Informe de lectura de Michi Strausfeld, 19.01.1981, SUA)
Dos años después de la publicación de Stark ist das Schweigen, en 1989, la editorial Suhrkamp decidió presentar en el mercado alemán otro libro del conjunto ya existente de obras de la autora. La elección recayó entonces en Lieber Diego (Original: Querido Diego, te abraza Quiela, Ediciones Era 1978), una novela epistolar que trata otro icono de la cultura mexicana, Diego Rivera, ubicada temáticamente, por lo demás, en un plano privado y sentimental. A este libro le siguió, en 1996, Tinissima. Der Lebensroman der Tina Modotti, también publicada en Suhrkamp (Original: Tinísima, Ediciones Era 1992), una novela sobre la vida de la célebre fotógrafa italiana. En la selección del programa editorial, el compromiso político y social de la autora Poniatowska desempeña un papel más bien secundario; el mayor peso lo tiene, en las últimas publicaciones, un esquema de recepción que vincula las puestas en escena exotizantes con una perspectiva decididamente femenina.
Con vistas a las tendencias de recepción internacional más recientes, es posible comprobar en los últimos años una nueva evolución del asunto, aunque todavía vacilante. Por ejemplo la primera novela de Poniatowska, Lilus Kikus, dirigida a un público lector joven y publicada por primera vez en México en 1954, ha empezado a circular internacionalmente medio siglo después de su publicación: en 2005 fue traducida al francés y al inglés, y en 2009 al italiano. Los elementos feministas de la novela, que en el momento de su aparición no hallaron resonancia entre los lectores, son el aspecto a destacar ahora.10 Hace unos años, en Polonia tuvo lugar una intensa actividad editorial en torno a los escritos de Poniatowska, lo cual puede haber estado relacionado con el galardón que significó el Premio Cervantes en 2013 y con sus raíces polacas: si bien Hasta no verte, Jesus mío (1969) y Querido Diego, te abraza Quiela (1978) habían sido ya traducidos al polaco en 1976 y 1986, respectivamente, después de una larga pausa aparecieron en ese idioma, sucesivamente, en 2016, Dos veces única (2015), y una nueva edición de Querido Diego, a las que en 2017 le siguió Leonora (2011).11 La importantísima obra La noche de Tlatelolco está accesible en lengua francesa con el título de La Nuit de Tlatelolco. Histoire orale d’un massacre d’État desde 2014, gracias a una pequeña editorial colectiva de Toulouse, CMDE. En Corea recién empiezan a descubrir la obra de Poniatowska: en 2023 apareció Flor de lis (1989) que fue la primera traducción de la autora al coreano y la primera traducción de la novela a cualquier lengua. Y también en Japón se publicaron en los últimos años dos títulos de la autora mexicana (en 2020 Leonora y en 2023 Hasta no verte, Jesús mío), después de que en 2005 se tradujera al japonés La noche de Tlatelolco. Todo lo aquí expuesto genera la impresión de que la obra de Poniatowska, aunque lentamente, empieza a gozar de una recepción internacional más amplia.
Conclusión
Un estudio de la literatura mundial centrado en el aspecto material tendría, por lo tanto, que comprender y abarcar los mecanismos de selección y las condiciones concretas de surgimiento en los procesos de circulación y recepción de la literatura y, al mismo tiempo, tener en cuenta una noción de mundo que no esté solo marcada por las asimetrías económicas y hegemónico-culturales dentro de un orden de mercado global, sino que se revela también cada vez más, de un modo fundamental, como (a)simultánea, contradictoria y conflictiva en sí misma. En la combinación de esas dos dimensiones de «mundo» se oculta un potencial crítico para desligar el término de Literatura mundial y las nociones de una convivencia global de sus contextos rígidos y, de ese modo, abrirlos de cara a sus rupturas internas e incoherencias. Sin embargo, más allá de la euforia de la globalización, se trata de adoptar nuevas perspectivas en relación con el canon de la literatura mundial, prestando particular atención a ciertas prácticas literarias retrógradas, un propósito que, en el nivel del debate en torno al concepto de la literatura mundial, refleja cuestiones de mucha urgencia y problemas que en la actualidad se negocian de forma intensa a partir del concepto de una conviviality global.
Referencias
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Notas
Recepción: 15 Marzo 2024
Aprobación: 30 Abril 2024
Publicación: 01 Mayo 2024